Cuando hablamos de liderazgo solemos ponernos trascendentales, el tema invita a ello. Los seres humanos tenemos tendencia a tomarnos a nosotros mismos demasiado en serio, con lo cual, si encima ponemos un pedestal de por medio, es fácil caer en la tentación de usar un tono engolado y adentrar el debate por veredas casi metafísicas.
Es cierto que un gran líder puede poseer virtudes casi paranormales: intuición, empatía, autoconocimiento, sentido común… pero para poder ejercer ese liderazgo tiene que empezar por lo más básico: tragar saliva.
Cuando alguien ocupa una posición de liderazgo lo raro es que no le invada cierta ansia vital por transformar algo. De eso se trata, ¿no? Que se note su presencia, que cause impacto. El verbo “liderar” suele ir acompañado implícita o explícitamente del objeto directo “el cambio”. Lo que pasa es que para ejercer esta responsabilidad y que el término liderazgo tenga sentido, uno no puede hacerlo solo, sino acompañado de un equipo.
El verdadero reto sí es liderar el cambio…. pero volviendo al análisis sintáctico (qué revival de la EGB) el objeto directo llevaría siempre el complemento “del equipo”.
Si no haces mejores a los que te rodean, el traje de líder te viene grande, y la misión encomendada posiblemente también.
Por eso, por mucho que la posición jerárquica te pueda sugerir lo contrario, te corresponde ponerte al servicio de los demás. Y eso en muchos casos implica tragar saliva. Que sí, que tú estás ahí porque tienes una gran experiencia, que eso ya lo has vivido cien veces, y la persona que tienes delante podría estar equivocada… puedo estar de acuerdo contigo en muchos casos. Pero si lo que vas a decir no va a generar un impacto positivo en ella, mejor quédate callado y traga saliva.
Ni hay frases con poder transformador inmediato, ni fórmulas mágicas trasmitidas en un costoso curso de manager, si quieres que los cambios lleguen vas a necesitar paciencia y constancia.
No se trata de no intervenir cuando creas que es necesario, se trata de hacerlo, sí, y cuanto antes mejor, pero siendo cauto y con la vista en el largo plazo. Tendrás que tomar decisiones, y tendrás que dar feedback, cada día, es tu trabajo. Pero, como escribíamos hace unos meses, se trata de ejercer una gestión consciente de la influencia no de entrar como un elefante en una cacharrería. Uno aprende más rápido de sus propias conclusiones que de los consejos de los demás, por eso a veces, dejar que la gente se equivoque puede ser la mejor forma de avanzar.
“¿Qué podríamos hacer mejor la próxima vez?” es mucho más efectivo que “ya te lo dije”
Tragar saliva puede ser un ejercicio de contención, pero también de humildad: Conceder al de enfrente el beneficio de la duda, cuestionar nuestro primer impulso, escuchar cuando la parte más primate de tu cerebro está pidiendo ponerse aullar. Puede ser que te sorprendas y aprendas algo nuevo. Ceder espacio al de enfrente, sin duda, te acercará a las motivaciones de tu interlocutor. Sus valores, sus motivos, serán siempre la piedra angular de cualquier transformación… incluida la tuya propia.
Sí, no te lo voy a negar, tragar saliva puede ser también malo para la úlcera cuando el tiempo te da constantemente la razón, pero es estupendo para la conciencia cuando descubres que eras tú el que estaba equivocado, o que la travesía emprendida ha llegado finalmente a buen puerto por un camino distinto al que tenías tu pensado. Nuestro ego es un tipo vanidoso e impulsivo, que confunde a menudo sus deseos con la realidad, y al que si le das una posición de liderazgo se puede desatar (que se lo digan a Trump). Tragar saliva es simplemente sacar el brazo a un lado para contenerlo. Tragar saliva es sentar las bases para gestionar la mayoría de nuestras relaciones desde una perspectiva constructiva de igual a igual.
Puede que tragar saliva sea sobre todo un ejercicio de precaución y contención, pero es también, como decíamos, una invitación a gestionar con humildad.
kidnapping by Marissa Rivers from the Noun Project
!Felicidades Jesús!. Lo de tragar saliva me ha llegado al alma. !Me encanta!. A mi me enseñaron en el cole contar hasta 10 y era lo que hacía. A partir de ahora probaré a tragar saliva y te explicaré que pasa. Gracias por este fantástico artículo. !Qué tengas un buen día!
Gracias a ti por leer el blog y darle tanta difusión! Lo de tragar saliva es de los pocos consejos que me atrevo a dar a alguien que empieza a dirigir equipos