Que la retribución flexible es uno de los mejores ejemplos de iniciativa ganar-ganar para empresa y empleado es innegable. Que su impacto en el compromiso de la plantilla es más tibio de lo que debiera ser es algo que tampoco me ofrece margen de dudas, al menos en los entornos que yo conozco.
Puedo hablar desde mi experiencia de empleado, pues he gozado durante mucho tiempo de retribución flexible, y además creo que aproveché al máximo este beneficio en muchas de sus variedades: guardería, renting de coche, acciones…. Sin embargo nunca dejó de sorprenderme cómo algunos compañeros la miraban de soslayo sin utilizarla y otros, aún aprovechándose de ella, no le daban la mayor importancia.
Supongo que esto sucede porque no en todas las modalidades de la retribución flexible las ventajas son tan evidentes como con los tickets restaurante y puede haber trabajadores que no sepan apreciarlas e incluso, ante la duda, desaprovechen esa oportunidad que se les brinda pudiendo, en algún caso, hasta desconfíar de ella. Esto se puede achacar simplemente a una mala comunicación. No obstante, voy a ponerme las gafas de ver de cerca y profundizar un poco, porque la distancia puede ser clave en este tema.
Quizás la raíz viene de lejos. De esas creencias limitantes que perduran en el tiempo. No tengo duda de que la gente de RRHH comparte la misma trinchera que el resto de los empleados de una empresa en esa guerra por ser competitivos y sobrevivir de la mejor manera posible en el mercado. Sin embargo, por desgracia, su presencia en los medios cobra mayor visibilidad sólo en aquellos conflictos laborales con despidos masivos donde ocupan, como les corresponde, el ingrato rol del mensajero. Esto ha ayudado a que el imaginario colectivo coloque en muchas ocasiones a Recursos Humanos en el campo enemigo.
¿Es un prejuicio injusto? Por supuesto que sí, pero existe y no se puede ignorar. Así que muchas veces no basta con luchar en la sombra, como me consta que se hace, por conseguir beneficios para tus compañeros, también habrá que acercarse a contárselo. No hay un plan de comunicación que sea lo suficientemente bueno si su estrategia contempla únicamente lanzarlo, con más o menos alharacas, desde el otro lado de esa barrera imaginaria que los separa del resto de la gente. Hay que derribar el muro. La clave es la cercanía y no necesariamente de un modo literal.
Como decía al principio yo he sido usuario satisfecho de la retribución flexible, por eso no era extraño que hablase positivamente del tema en desayunos o comidas, probablemente en conversaciones venidas al hilo de algún mail de la empresa con información aséptica al respecto. Así que desde un principio, antes de ser manager, y, por supuesto, mucho antes de ser parte de RRHH me convertí en un embajador informal para aquellos de mi entorno que tenían interés por adherirse a este beneficio empresarial. Desde luego no es que yo pudiera proporcionar mejor información que los que gestionaban las nóminas, tampoco mi cercanía física por mucha que fuera era menor que la distancia a la que uno tiene el teléfono en su propia mesa. Sin embargo creo no estar equivocado si digo que mi cercanía a nivel personal y el hecho de proporcionar un ejemplo real con cifras concretas, marcaban la diferencia.
La retribución flexible es una ventaja incuestionable y como tal hay que acercársela a los empleados, sin medianías, ayudarles a que la que consideren y por supuesto que la valoren, aprovechando las ocasiones para un “de tú a tú” que nos puedan brindar el día a día, para hablar con ellos de las cifras reales y del valor diferencial respecto a los competidores, aconsejando con la naturalidad con la que lo haríamos a un amigo. Si queremos que el empleado no reciba este beneficio con tibieza debemos presentarlo prescindiendo de ella. No se trata de vender sino de poner efusividad en aquello que lo merece.
“Es que yo no quiero influenciarlos, que decidan ellos mismos”, es un parapeto muy válido y muy seguro cuando hablamos de temas que afectan al bolsillo, pero, ojo, también es muy frío. Y marcan distancia y nos sitúan por efecto de la inercia de nuevo al otro lado de esa barrera imaginaria que nos separa.
Si el de mensajero es un oficio ingrato cuando lleva malas noticias, puede ser muy satisfactorio cuando consigues que la gente comprenda y obtenga los beneficios que la compañía está dispuesta a proporcionarles, porque, como representantes de la misma, cuando logramos una conexión de confianza con el resto de compañeros nos convertimos en el mejor vehículo posible para lograr también su compromiso. Por tanto el esfuerzo merece la pena.
Sí, la mejor manera de revalorizar la posición de RRHH ante el negocio mediante la retribución flexible es gestionando bien la comunicación a los empleados no sólo en formato y contenido, sino sobre todo en confianza y cercanía.