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¡Feliz Navidad!… cada mes

En estas fechas tan entrañables, que diría aquel, muchas personas se sienten poseídas por un espíritu nada infernal, sino todo lo contrario: jovial, festivo y bondadoso. Desgraciadamente con el final de la ingesta de polvorones llega, en muchos casos, el exorcismo.

Este fenómeno no sólo afecta a las personas sino también a las empresas, por eso hoy, aparte de felicitaros las fiestas de refilón, me gustaría reflexionar como serían las empresas si celebrásemos la Navidad cada mes.

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  • Se celebrarían más los éxitos: Sí, es obvio que en el mes de Diciembre nos sentimos más dados a echar la vista atrás y rememorar los éxitos del año, pero no deberíamos necesitar la excusa de las fiestas navideñas para celebrar las pequeñas y grandes victorias de cada día. Celebremos más, la motivación del equipo lo agradecerá.
  • Habría mejor conciliación: Nuestra capacidad de empatía con la conciliación de los demás eleva también su listón por Navidad. Quizás ese es el listón que deberíamos tener el resto del año. No sólo estas fiestas son un buen momento para pasar más tiempo con la familia… cualquier momento lo es. Los ratos que pasamos con los nuestros, incluso a veces hasta con suegras y cuñados, suelen proporcionarnos un mejor estado de ánimo que luego podemos trasladar a nuestro trabajo.
  • Se comería más veces todos juntos: Hay que buscar más ocasiones en las que sentar a todo el equipo junto alrededor de una mesa. En todo trabajo tenemos nuestros círculos más cercanos, nuestras pandillas… pero de vez en cuando conviene romper esos silos de afinidad que formamos y dedicar un poco de tiempo a conocer a los demás. En las distancias cortas no sólo algunas colonias ganan, la mayoría de las personas también.
  • Compartiríamos más: Ese espíritu bondadoso que lleva siglos contagiándose por Navidad es buenísimos para estos tiempos de Transformación Digital que vivimos. Adaptarse a los nuevos vientos de cambio que soplan en el mundo laboral pasa por entender que ahora es más valioso quién más conocimiento comparte y no el que más atesora en su pequeño reino de taifa.
  • Decoraríamos más la oficina: Esto puede parecer una tontería (y a lo mejor lo es), pero debemos buscar siempre que nuestro entorno de trabajo sea un sitio agradable y que, hablando coloquialmente, te de buen rollo. Si un poco de espumillón y cuatro luces compradas en un “Todo a cien” pueden conseguirlo, imagina que no podrás conseguir con un poco de imaginación (y algo de buen gusto)
  • Nos abrazaríamos más: A veces el contacto físico es la mejor manera de acercarnos a los demás. Reconforta y puede ser un respaldo moral. Eso sí, sobones abstenerse.
  • Nos acordaríamos más de aquellos con los que no trabajamos a diario: Clientes, proveedores y hasta compañeros. No sólo hay que acordarse de la gente cuando la necesitas. Encontrar un hueco para interesarse por la vida de los demás cuando no media ninguna transacción comercial, como hacemos por Navidad, es un detalle que siempre se agradece y que a veces puede incluso llegar a marcar la diferencia.

En general, la motivación y la alegría brillan en Navidad tanto como las luces del árbol. ¿Por qué no somos capaces de contagiar estos sentimientos al resto del año? Me he quedado tan convencido tras escribir este post que a lo mejor me lo llevo como idea para mi empresa e instauramos al menos un día de Navidad por trimestre este año.

¡Felices fiestas a todos!
… cada mes.

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Jesús Garzás

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