0

No permitas que sea tu jefe…

Oyes su voz mientras cierras los ojos intentando caer plácidamente en los brazos de Morfeo y, sobre todo por la mañana, cuando trata de despojarte de algún sueño que llevas adherido al pijama por una idea feliz que surgió en algún momento de duermevela.

Notas que el corazón te palpita más rápido y se te tuerce el gesto cuando no le miras de frente. Te has fallado a ti mismo otra vez.

boss

Hay reuniones importantes en las que sientes que estrangula tus cuerdas vocales con su mirada y te impide hablar. Momentos en los que estás dispuesto a dar un paso adelante y acabas dando un paso atrás por una leve insinuación suya.

Te dice que no eres capaz sin pruebas que sostengan su opinión. Se planta frente a tu instinto, tus valores y tu potencial, y se jacta del poder de su experiencia. Siempre ha sido así y así será. Cuestiona el cambio y mira con recelo cualquier idea que le suene remotamente innovadora.

Dónde vas a ir tú. Mira cómo está el mercado. Dónde vas a estar mejor que aquí a mi lado, en esta zona de confort que tanto te incomoda.

Se regocija en tu llanto y saca pecho cuando se cumplen sus profecías, siempre a toro pasado, siempre ventajista. Utiliza un tono despectivo cuando te evalúa y te saca de quicio, pero aún así le haces caso. Y ese es el problema, ni más ni menos.

No permitas que sea tu jefe… está en tus manos.

No permitas que el miedo sea tu jefe.

Tú mayor saboteador habita en ti y lo sabes. Y no está mal. Puede ser un gran compañero de viaje. No se ha conocido en la historia ningún valiente que no lo haya tenido a su lado. Los que no lo conocen son inconscientes cuando no descerebrados.

Siempre es bueno confrontar opiniones mientras tengas claro que el jefe eres tú, no tu miedo. Eres el CEO de tu vida y él un simple consejero que puede que entienda de peligros físicos pero no de ideas. Es materialista, conservador y agorero. No lo evites, intima con él, conócelo bien, sólo así podrás tener claro cuando escuchar sus consejos. Pero si lo haces a menudo piénsatelo de nuevo.

Vive con él. Pícate con él. Disfruta restregándole tus éxitos. Jactarse ante otras personas suele ser señal de mala educación, pero jactarse ante el miedo es un placer reservado para los valientes. Como tú.

Y recuerda, no hay ningún camino hacía el éxito la felicidad al que se acceda sin llevarle la contraria al miedo.

Jesús Garzás

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *