Que la transformación digital sea considerada un tema de conversación divino viene avalado por su omnipresencia. Grandes empresas, profesionales autónomos y hasta mi madre, mediante su cada vez mayor destreza en el manejo de los iconos de whatsapp, tratan (tratamos) de subirse (subirnos) a esa ola que promete llegar como un tsunami para cambiar para siempre el paisaje actual.
La transformación digital es sin embargo una entidad más bien etérea, sin ojos ni orejas, y muchas veces se la nombra en vano. El mercado está lleno de mercenarios cruzados que están dispuestos a matar en su nombre por un puñado de euros, pero que no serían capaces de reconocerla aunque la tuvieran delante de sus Google glasses.
Casi todas las conversaciones en las que he participado últimamente sobre la transformación digital tienen un momento surrealista en el que, tras un buen rato enfrascado en la conversación, de repente alguien frena en seco el debate y pregunta a los demás: ¿Pero, qué c… es la transformación digital?
Para salir airoso de esta pregunta basta con ser un poco leído y recurrir a Bécquer con una respuesta del tipo “¿Qué es transformación digital? ¿Y tú me lo preguntas? Transformación digital… eres tú.
Como la sociedad de hoy en día se está perdiendo el romanticismo es probable que vuestros interlocutores no queden satisfechos con esa respuesta, que no obstante tiene mucho de certera.Así que llevaba unas semanas buscando un enfoque para un post que diese una réplica sencilla a la pregunta de marras y justo hoy me han dado la idea cuando durante una de estas conversaciones sobre el omnipresente tema alguien me ha preguntado ¿Y tú cómo le contarías esto de la transformación digital a tu madre?
Así que ahí voy, a imaginar lo que pasaría en el muy hipotético caso de que ella me preguntara al respecto:
- Querida mamá, la transformación digital no va sobre ordenadores como tú podrías imaginar. Aunque es cierto que la tecnología anda rondando por ahí, en primer lugar porque los avances son los que han liado todo, y en segundo porque siempre habrá que recurrir a ella para facilitar soluciones a los retos que ha provocado en la sociedad.
- Qué raro hablas, hijo. No me entero de nada.
- A ver, ¿seguro que tú hace 4 años no te podías imaginar que ibas a estar intercambiando hoy en día fotos y chistes con tu nieto mayor a través del teléfono, no?
- Ay hijo, es que todavía no me he acostumbrado. Qué cosas se inventan.
- Pues sí, todas estas cosas que inventan hacen que la gente se comunique de otra forma, se relacione de otra forma y al final incluso viva de otra forma.
- Tu tía segunda del pueblo, Paquita, la solterona, se ha echado un novio de esos que se buscan en el teléfono.
- Lo que yo te decía, la tecnología ha impulsado cambios que hace poco eran impensables en la sociedad, y ahora las empresas se encuentran un paso por detrás de sus clientes y deben de tratar de adaptar su marcha.
- ¿Las empresas no hablan por guasap?
- Bueno, hay de todo, pero la mayoría siguen utilizando el correo electrónico como medio de comunicación principal. ¿Sabes cuál es la cuenta de correo electrónico de tu nieto y a la vez mi sobrino?
- Y yo que sé, si yo de eso no tengo.
- Pues ninguna. Él tampoco, porque dice que eso no lo necesita para nada. En fin, que las empresas necesitan ir al son que marcan los tiempos para no quedarse obsoletas. Y eso no significa ponerse a usar nuevas herramientas digitales sin ton ni son, dando palos de ciego. Eso significa tener que definir un plan, después ver qué tecnología les puede ayudar a llevarlo a cabo, y enseñar a sus empleados a manejarla y sobre todo a entender su finalidad. Significa también que necesita expertos para ocupar posiciones claves que hace unos años no existían…
- ¡Qué tonterías! ¿Cómo se pueden encontrar expertos en algo que antes no existía?
- Mirando las competencias en lugar de los nombres de empresas en los currículums, pero no me voy a meter en eso ahora, que te pierdes. A lo que iba, las empresas tienen que adaptar sus comportamientos a los de sus clientes y además tratar de predecir el futuro para seguir progresando.
- ¿El futuro? Pues a Rappel que no le llamen que está en Gran Hermano.
- Bueno, los métodos de ahora son algo más sofisticados que la lectura de runas. ¿Te acuerdas cuando me decías que las palabras se las lleva el viento? Pues eso, tampoco es del todo cierto hoy en día. Con las nuevas formas de comunicarnos la mayoría de las palabras no se las lleva el viento, se quedan en las “nubes”. Y toda esa información, que es muchísima, se convierte en transcendental si se encuentra la tecnología que sepa interpretarla y las personas que sepan manejarla.
- Vamos, “pá” que yo me entere, que esto de la transformación es como la fabula de la cigarra y la hormiga, que si las empresas no se preparan para el invierno, cuando llegue el frío lo pasarán mal o tendrán que pedir ayuda a las hormigas.
- Lo has entendido perfectamente, así que no te voy a liar más.
- Pero hijo, si vas a tener que trabajar como una hormiga… mejor prepárate unas oposiciones que por lo menos son para toda la vida.
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