Este artículo debería empezar como algunos telefilmes malos de sobremesa, con la advertencia: “Basado en hechos reales”. Y es que hace unos días, a los postres de una cena entre amigos, surgió el enésimo debate sobre RRHH, o para ser más específico, en contra de RRHH.
El desencadenante fue que uno de los comensales narró sus dificultades para ponerse en contacto con dicho departamento. Queja a la que poco a poco se fueron uniendo el resto con ejemplos similares, quedándome yo al fondo de la pista en posición de defensa devolviendo a duras penas las pelotas que me llovían, cual Nadal jugando contra un grupo de clones de Djokovic.
Reconozco que sabía de antemano que mis argumentos defensivos no podrían detener el aluvión de pelotazos que se me venían encima, pero no por ello estos dejaban de ser menos ciertos y los expuse. A saber:
- Malos profesionales hay en todos lados y en Recursos Humanos los hay en el mismo porcentaje (afortunadamente bajo) que en el resto de departamentos, lo que ocurre es que al ser un grupo que no goza ya de por sí de buena fama se suele magnificar aquello que no hace correctamente. Además, como sucedió en mi cena, cuando les criticas es fácil encontrar adeptos que se sumen a la causa, con lo cual el que critica (esté o no en lo cierto) sale rápidamente reforzado en sus creencias.
- Hay también un porcentaje de jefes, cómo podríamos decirlo, listillos, a los cuales les resulta más fácil solventar las papeletas difíciles frente a su empleado echando la pelota en el tejado de RRHH y por tanto sobrecargando a este departamento no sólo en trabajo sino también en asunción de responsabilidades que realmente no le corresponden.
Conozco por experiencia la perspectiva desde los dos frentes, y lanzo aquí el mismo aviso a navegantes que compartí con mis amigos en relación a una de sus quejas: Si el jefe justifica debidamente su petición, Recursos Humanos no va a ser una traba, pero resulta mucho más fácil soltar unas palabras bonitas, no mojarse y decir que las cosas no se hacen porque “RRHH no nos deja”. Para mí ese es un argumento de jefe mediocre. Un auténtico líder, si sabe que defiende algo justo, va a insistir y a argumentarlo hasta conseguir la aprobación de RRHH. Aprobación, por cierto, bastante mitificada también, no hay que pasar los 12 trabajos de Hércules, precisamente. De hecho hay muchos jefes que tienen más poder que RRHH para los cuales esa aprobación es un mero trámite e incluso alguno que deciden saltársela a la torera consciente de su halo de invulnerabilidad.
Es cierto que a veces hay hechos coyunturales que obligan a poner las decisiones importantes en modo de espera, y Recursos Humanos al ejercer de mensajero puede ser visto desde fuera como el “stopper”. Pero destaco en este caso la palabra “coyuntural”, porque aquí la única traba real es el tiempo que duran los factores o circunstancias que nos han situado en dicha coyuntura.
Una vez concluido el derecho de defensa, que aunque justo no contribuye activamente a mejorar la situación pues nos coloca como sujetos pasivos del problema, voy a iniciar ahora la parte de autocrítica, porque está claro que hay aspectos en RRHH que se pueden mejorar. Y para mí hay uno que destacaría sobre todos en el que me quiero centrar: Recursos Humanos es un departamento de soporte pero algunos de sus componentes no lo ven como tal.
Mis orígenes, el tiempo que he trabajado en IT, me llevan a esta conclusión por simple observación y posterior comparación. Ambos departamentos están fuera de lo que es propio negocio, no tienen influencia directa en las ventas ni en la cuenta de resultados (aunque indirectamente mucha). Su función consiste en apoyar los unos a la tecnología y los otros a las personas que hacen posibles que la empresa funcione. Ahí es nada. Cuando las cosas se gestionan de manera correcta su labor suele pasar desapercibida (aunque no debería ser así, los dos necesitan mejorar la parte de marketing) y por tanto no resulta obvia su conexión con los buenos resultados de la compañía. Sin embargo cuando se gestionan de manera incorrecta los errores son muy visibles y suelen achacarles rápidamente la responsabilidad sobre pérdidas reales. Esto les coloca en una posición en la que si no son capaces de generar un valor añadido pueden ser vistos como “externalizables”. En informática esto es un modo de vida pero creo sinceramente que desde dentro de Recursos Humanos no están aún tan familiarizados, quizás incluso tienden a verse intocables. Esa parte de vanidad puede venir por tener responsabilidad sobre todos los temas importantes de gestión de personal (promociones, sueldos, organigrama…) y es por ahí por donde pienso que algunas veces olvidan su fin, dar apoyo a las personas.
En informática que un equipo de soporte no conteste al teléfono (o devuelva lo antes posible una llamada perdida) es visto como un error grave que puede conducir al despido (y conozco casos reales). En Recursos Humanos es sólo una mala práctica que en algunas ocasiones se percibe con demasiada indulgencia por los propios compañeros.
Detrás de una llamada a IT puede haber, en la mayoría de los casos, un problema sencillo y sin la menor importancia, pero también puede haber la caída de un servidor que genere pérdidas millonarias. Detrás de una llamada a Recursos Humanos puede estar la enésima pregunta reiterativa sobre un proceso previamente bien comunicado, pero también puede haber una angustia personal, un dolor, un camino que se bifurca en medio de su carrera profesional, una disyuntiva vital o un temor que conduce a noches de insomnio…
Por eso creo que es hora de que en RRHH seamos conscientes de la importancia de nuestra labor como soporte y apoyo a las personas de nuestra empresas, y que aquellos que no respondan una llamada porque creen que deben ocuparse de otros más “importantes” sean evaluados por sus responsables con menos tibieza.
Por todo ello, y porque me gustaría tener una cena en paz con mis amigos en las que no tenga que defender frente a sus quejas la importancia del colectivo al que ahora pertenezco, os pido, por favor, colegas de Recursos Humanos, coged el teléfono… siempre.