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Relatos de verano: El buffet como herramienta de selección

Afortunadamente la idea del buffet libre es posterior a la existencia de Darwin. De haber estado en uno, su teoría de la evolución de las especies hubiera acabado en el fondo de una papelera.

El buffet, al igual que cualquier red social, conforma un microcosmos de interacción humana en el que, únicamente mediante la observación, podemos aprender muchas cosas de quienes lo habitan. Por tanto, sin temor a equivocarme, puedo decir que podrían ser utilizados como una potente herramienta de selección.

En ellos, la gente potencialmente tóxica se identifica con gran facilidad. A estos dedico mi post de hoy, los denominaremos los buitres del buffet.

buffet libre

Para el buitre del buffet las normas del hotel, y cualquier norma de convivencia social, carecen de importancia. Él está por encima de las reglas, porque se siente, sencillamente, más listo que los demás. Es el mismo que cuando hay una fila de coches esperando para tomar una salida de la autopista, los adelanta a todos y se cuela, forzando una colisión si es necesario, porque los demás son unos pringados. El mismo que puede aprovecharse, sin un ápice de culpabilidad, del trabajo de un compañero para brillar. “Que hubieran estado más espabilados” es su mantra de justificación ante cualquiera de sus acciones innobles, porque, claro, para una persona sin valores, es inconcebible que los demás dejemos de hacer algo simplemente porque nos guíen principios como el respeto, la tolerancia, la cooperación, la generosidad… Palabras todas ellas que para el buitre del buffet son sinónimo de gilipollas o, aún peor desde su punto de vista, inocente.

Dentro del coche, por la calle, o en la oficina pueden ser difícil de detectar a primera vista. Pero en el buffet, no. Y eso es lo que concede a estos restaurantes de hotel veraniego el valor como herramienta de selección.

Están de vacaciones, y pueden mostrarse como de verdad son, en todo su esplendor. Están libres de ataduras laborales o sociales ante la que deban plegarse, por supuesto, no por respeto, sino por miedo de atentar contra sus propios intereses.

En el buffet, los buitres no se cortan un pelo, no señor. Arramplan con todo sin importar si queda algo para el que viene detrás (que hubiera estado más espabilado), sacan comida a dos manos, aunque esté explícitamente prohibido, no les importa incluso si lo que cogen de más luego no se lo van a tomar y hay que tirarlo…

No estoy fabulando, este verano … yo… he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar filetes en llamas más allá del teflón. He visto donuts glaseados brillar en la oscuridad a la salida de la puerta del restaurante. Todos esos alimentos se perderán… en sus lorzas o en sus papeleras… como lágrimas en la lluvia.

No estoy hablando precisamente de gente con necesidad. Había un par de familias, a las que internamente denominaba los Urdangarines, que llevaban sus pulseritas de todo incluido, que actuaban con total descaro e impunidad porque en el fondo sentían que aquello era todo suyo, que lo habían pagado. Porque el dinero, por desgracia, sí suele ser un valor importante para este tipo de persona. Gente, que teniéndolo fácil en la vida, que teniendo acceso a todo, deciden pasarse las normas y el respeto a los demás por el forro del bañador, simplemente porque quieren más y porque quieren demostrar ser más listos que los demás. Gentes poseídas por el ansia y la ambición.

Yo, que abogo siempre en la vida y en este blog por modelos de convivencia laboral y social basados en ganar-ganar, no puedo más que considerar tóxico a este tipo de gente que sólo se preocupan de lo suyo sin importarle los demás.

Por eso, paradójicamente, al abrigo del verano, sintiéndome con más libertad para pensar, y quizás influenciado por esa fuerza extra que te dan las vacaciones, tracé un plan magistral para hacer un mundo mejor.

Yo tuve un sueño… Soñé que en cada buffet libre de cada restaurante de hotel de playa había apostado un policía secreto que detenía a los que se comportaban como buitres y los metía directamente en prisión (cadena perpetua revisable en función de su comportamiento en el buffet de la cárcel), y pensé que nuestro planeta sería mejor sin ese tipo de gente en nuestro entorno laboral, o dirigiendo ayuntamientos, o gobernando el mundo… como Trump… ejemplo paradigmático de buitre de buffet que se cree más listo que los demás.

Soñé que el mundo era mucho mejor con todos ellos encerrados. Porque, en los hoteles y en nuestra sociedad, estoy convencido de que la mayoría de las personas sí tenemos principios y respeto por los demás. Pero estos imbéciles (permitidme el insulto fruto del calentamiento veraniego) que son minoría se las gobiernan (nunca mejor dicho) para copar titulares y posiciones con visibilidad que nos pueden hacer dudar de la naturaleza humana. Los buenos somos más, así que espabilemos como ellos nos reclaman, y echemos a un lado a esta escoria social.

En fin, no sé si mi plan de los policías secretos en los hoteles triunfará (me temo que no), pero, en el contexto de este blog, y medio en serio, medio en broma… me gustaría que alguna empresa de selección empezase a invitar a sus candidatos a comer en un buffet… para identificar a estos buitres… y así, aunque no los saquemos de la sociedad, podamos sacarlos de las empresas. Si os gusta la idea, os la cedo… siempre por el bien general.

Y ahora, una vez descargada la bilis, ya estoy listo para el retorno escolar. ¡Feliz septiembre a todos!

 

 

Buffet by Gan Khoon Lay from the Noun Project

Jesús Garzás

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