El mundo de la consultoría tiene un montón de ventajas para los profesionales que vivimos de él: estar al día de las novedades en tu sector, conocer de cerca lo que hacen las diferentes empresas con las que llegas a trabajar, o tener la necesidad de aspirar constantemente a la excelencia en nuestro trabajo, porque nuestro mayor éxito es que un cliente repita o te recomiende.
Sin embargo, este mundo también está viciado por una exigencia fundamental: hay que vender para sobrevivir. Esto no tiene que por qué ser negativo, simplemente forma parte de las reglas del juego.
El problema es cuando el que juega es un profesional con poca ética.