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Ni autoestima, ni autoesTIMO

Esta semana toca hablar de nuevas generaciones, en concreto de esa que viene por detrás de la generación Z, y que no tengo muy claro cómo se va a denominar (solamente espero que no tomen ejemplo de las matrículas de los coches y empecemos ahora con la doble letra porque quedaría un poco ridículo). Esa generación a la que, para facilitar las cosas y dar contexto al post, denominaré: la generación de mi hijo.

Esa generación a la que alimentamos tanto su autoestima que su ego tiene riesgo de contraer obesidad mórbida.

Así que hoy me pongo en plan padre para contestar al que me justifique algo sin sentido aparente aludiendo a la autoestima: “Ni autoestima, ni autoestimo”

Autoestima

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Por una empresa libre de zascas

No me gustan los zascas. Por no ser tan tajante, diré que en un entorno de amigos quizás puedan servir para echarse unas risas. Fuera de ahí, comienzan a ser una lacra.

El zasca, para quién haya vivido aislado de las redes sociales y el mundo en general en los últimos años, es en teoría una réplica (verbal) ingeniosa que deja a tu interlocutor mudo, y en evidencia y, si es posible, al borde de querer cortarse las venas.

Los zascas buscan cada vez más reforzar el ego de quién lo emite o directamente hacer daño al que lo recibe, y por ahí mi relación con ellos se ha ido desencantando.

zascas

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Dime cómo pides las cosas y te diré quién eres

El acto de pedir implica que por cuestiones de tiempo, de rentabilidad, de conocimiento, de contactos, o de cualquier otra índole, necesitas la ayuda de otra persona para alcanzar tus objetivos. Puedes ser el jefe más alto o el cliente más importante, pero el hecho es que por el motivo “x” que sea, recalco, necesitas ayuda.

Lo advierto desde el principio para dejar claro que en mi opinión lo que nunca debe faltar a la hora de solicitar algo a alguien es… humildad.

Saber pedir

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La constante necesidad de romper silos

Creo que la primera vez que oí la palabra “silo” fue en el campo, de boca de mi abuelo. La siguiente vez, muchos años después cuando estaba a punto perecer en un rincón de mi memoria por falta de uso, fue en alguna de aquellas reuniones de iniciación al management a las que asistía pensando que desde allí podría hacer un mundo mejor. Lo dijeron en inglés que suena como mucho más “cool”. Y es que un workshop sin un “Break the silos” (breik de sailos) es como celebrar un título deportivo sin la canción de “We are the champions”.

Lo malo es que en la mayoría de las ocasiones “romper los silos” es un mantra empresarial que quiere convertirse en panacea y suele acabar transformado en jocosa muletilla.

silo

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Se habla muy poco de esta virtud de las redes sociales

Las redes sociales han cambiado el modo en el que nos relacionamos con los demás. Es un hecho. Se pueden ensalzar o se pueden demonizar pero que hay un antes y un después es algo que difícilmente se puede cuestionar.

Yo podría hablar hoy (de hecho otro día lo haré) de cómo esto afecta a las empresas, tanto a las que lo ven como a las que no quieren verlo, pero como seguimos de periodo estival y el cuerpo me pide desligarme un poco de lo puramente laboral, voy a ir un poco más allá y escribiré sobre cómo afecta a las personas.

En concreto, hablaré de lo que es para mí la gran virtud de las redes sociales: Poder decir cosas buenas fácilmente.

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La mala educación en la empresa II

Vamos al trabajo como íbamos al colegio. Unos contentos, otros cabizbajos, unos sonriendo, otros refunfuñando, los que se estresaban con los exámenes se estresan ahora con los objetivos o con las reuniones, los que hacían las bromas en el recreo las hacen ahora en la oficina, los que decían que el perro se había comido sus deberes son los que ahora le echan la culpa a los proveedores por no entregar a tiempo…

Afortunadamente la vida es larga, aunque cuanto más mayor eres menos te lo parece, y uno tiene tiempo de evolucionar, cambiar, crecer… para que no se cumplan estos paralelismos irremediablemente. Lo que es innegable es que requerirá un gran esfuerzo conseguirlo, porque aprender es fácil si tienes ganas, pero desaprender cuesta siempre una barbaridad.

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El efecto Fairy

Estamos en época de cenas de empresas y con ellas llega uno de los máximos retos a los que se enfrentan las personas situadas en alguna posición jerárquica por encima del empleado de a pie. No me refiero al control de su ingesta de alcohol, tampoco al uso comedido de esas supuestas dotes para el baile que podrían hacer perder el respeto de su equipo al más pintado ( o a la más pintada) y no solo durante el evento corporativo sino para siempre, y mucho menos hablo de los flirteos furtivos aprovechando la erótica del poder.

Todos estos retos, aunque también críticos, entran más dentro de la gestión del ámbito privado de cada uno. Al que yo me refiero es a uno de esos retos tipo “¿quién fue primero, la gallina o el huevo?” a los que se enfrenta el manager en la relación con sus colaboradores. Me refiero, tal y como dicta el título de este artículo, al “efecto Fairy”

Gota de Fairy EBC

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Las personas que han practicado deporte de competición son mejores trabajando en equipo.

La afirmación que da título a este artículo no viene avalada por un estudio de la universidad de Oxford, ni siquiera por una noticia en recuadro pequeño en la sección de sociedad del periódico, es simplemente un análisis que he realizado yo mismo a través de la observación de las personas con las que he trabajado en mi vida, que no son pocas, y de la deducción lógica.

La intención no es tanto sentar cátedra como generar un debate interesante y desenfadado al respecto, lo que seguramente no impedirá que más de uno que no ha practicado deporte en su vida trate de perseguirme para convencerme de lo contrario. Estoy tranquilo, seguro que le entra flato.

relevos

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La mala educación en la empresa

Antes que dejéis vuestra imaginación volar ante este pretendidamente ambiguo titulo os aclararé que hoy no trato de hablar del carácter hosco y despectivo con el que unos pocos amargados amenizan a sus compañeros de curro, ni de las faltas de ortografía que algún alto mando espolvorea sobre sus emails más relevantes, ni siquiera de la indiferencia con la que algunos tratan a la escobilla del baño cuando llega el verdadero momento de asumir responsabilidad sobre sus actos en la oficina.

Hoy voy a hablar de un tema que me apasiona cada vez más: La influencia de la educación y los modelos educativos en la vida adulta en general y en el mundo empresarial en particular.

 

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