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Tuitero nonagenario. Un cuento sobre la incertidumbre de empezar como autónomo

El aire de aquella mañana tenía algo muy especial, parecía sólo para ella. Después de toda una vida creciendo bajo el cálido regazo de mamá multinacional se había emancipado profesionalmente y de repente la brisa matutina le pertenecía. Su respiración era ahora más larga y sosegada como si los pulmones reconocieran que aquel oxígeno era de su propiedad y no lo quisieran soltar.

Pero aquella paz se vio súbitamente alterada por una llamada de su madre, la de verdad, la madre que la parió, golpeándola con una proyección de sus miedos. Y la brisa se transformó en viento y el vello que antes se había erizado por la emoción ahora se ponía de puntillas y se estiraba, si cabe, un poco más a consecuencia de un escalofrío. Y reconoció en esa desazón aquello que la gente denominaba incertidumbre laboral.

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