Por mucho que ahora estén de moda en política, o precisamente por eso, no estoy muy a favor de las líneas rojas. Creo que la buena gestión de cualquier relación debe llevar implícita una generosa curiosidad por conocer el punto de vista de quien tenemos enfrente, lo cual implica dejar un margen para dejarnos sorprender. En definitiva, flexibilidad de miras.
Sin embargo cuando gestionamos equipos sí que creo que hay ciertos aspectos que debemos tener bien acotados porque por activa o por pasiva nos convertimos en referentes y se espera de nosotros que enviemos señales claras sobre lo que nos gusta o lo que nos disgusta, que marquemos un camino.
Por eso en materia de formación la línea roja me gusta dibujarla con la siguiente pregunta: ¿Está en tu plan de desarrollo?