Aquí se puede decir eso de que las circunstancias mandan. La apuesta por el teletrabajo en las últimas semanas ha sido tan masiva, como obligada. Los resultados habrá que valorarlos al cerrar el año, con cierta perspectiva. Las conclusiones, bueno, estas habrá que sacarlas con bastante precaución, porque lo que estamos viviendo estos días no es un escenario normal de teletrabajo… es otra cosa para la que no tengo definición.
Habrá quien diga que esta etapa de teletrabajo que estamos viviendo es un experimento adelantado en el tiempo. Pero, los experimentos se hacen con gaseosa, y este hemos tenido que hacerlo con uno de los materiales más inflamables y contagiosos flotando a nuestro alrededor, el miedo.
En este blog ya apostábamos por el teletrabajo cuando no era mainstream. Y si la maldita pandemia ha demostrado algo es que por muchas razones: medioambientales, sociales, y hasta de eficiencia, el teletrabajo no deber ser visto más como una opción de emergencia sino como una alternativa real para algunos puestos.
Eso sí, tengamos en cuenta que muchas de las cosas que vivimos estos días ni deben ni pueden ser consideradas partes de esa alternativa natural de trabajo. Para los que han convivido con ellas por primera vez, quizás convendría listarlas.
Teletrabajo no es compatibilizar tus tareas con los deberes de tus hijos ni con el cambio de pañales, eso es, en el mejor de los casos, malabarismo familiar. El teletrabajo, en el sentido teórico del término y en contraste con lo que algunos experimentan estos días, debería ser un lugar donde encontrar un mayor nivel de concentración, donde sacar más partido a tu tiempo, donde ser más eficientes.
Teletrabajo no es estar permanente disponible. Compensar las interrupciones familiares con extensiones de la jornada a horas intempestivas no es conciliar, es mezclar, fabricar un híbrido de casa y oficina que no permite la desconexión mental. Lo hacemos por puro orgullo profesional y porque ante esta situación queremos sacar lo mejor de nosotros mismos, pero no lo veamos como algo inherente a trabajar desde casa, sino como algo coyuntural. El teletrabajo, de nuevo en ese mundo teórico que tenemos tan lejos ahora, debe tener sus horarios y sus rutinas que nos permitan separar la vida personal de la profesional, e incluso comer 30 minutos seguidos sin estar pendientes del ordenador.
Teletrabajo no es itinerar por casa en busca de un lugar donde encontrar la mayor cuota de silencio en cada momento, no es preparar una presentación sin ratón, ni monitor grande, en una silla plegable de IKEA. Eso es adaptación al medio. En realidad, o, mejor dicho, en la teoría, para poder elegir la opción de teletrabajar antes deberíamos disponer de un sitio adecuado para hacerlo, con el espacio y la ergonomía que faciliten tu labor, en tu casa o en el centro de co-working más cercano. Teletrabajar no lleva implícito que sea en tu hogar, simplemente es trabajar en remoto en unas condiciones óptimas.
Definitivamente, teletrabajar no es tratar de ocupar tu mente para abstraerte de la terrible realidad que te rodea. Puede funcionar en determinados momentos, y si es así, bienvenidos sean esos lapsos de paz mental y concentración en la tarea. Pero me atrevo decir que lo normal estos días es tener que conciliar las emociones propias de tu actividad laboral con otras muchas que resultan difíciles de evitar en determinados momentos: ansiedad, miedo, preocupación, pena, cansancio, estrés… Siempre es un buen momento para darles salida si se necesita… pero yo diría que ahora mismo lo es más si cabe. Ya que tenemos que estar confinados nosotros, demos al menos permiso a nuestras emociones a salir a pasear cuando lo necesiten.
Ojalá que cuando esta pesadilla del coronavirus se acabe podamos apostar sin reticencias por escenarios de teletrabajo normal. Después del entrenamiento actual, no será difícil aumentar la productividad, e incluso la realización personal. Ahora mismo quizás deberíamos rebajar el nivel de autoexigencia y fijarnos objetivos de supervivencia, mental y laboral. Ya habrá tiempo, espero que pronto, de volver a la mejor versión de nosotros mismos, y de poder hacer uso de la mejor versión del teletrabajo.
working by Gerald Wildmoser from the Noun Project
Gracias Jesús, me he visto reflejada en tu artículo. Le doy otra opción al teletrabajo pero con condiciones. La separación entre la vida laboral y personal es fundamental.
Gracias a ti por comentar, Rosa! Evidentemente las condiciones actuales, no son las mejores, pero el teletrabajo, bien gestionado, debe convertirse en una aliado para la conciliación.
Interesante post Jesús, sin duda el teletrabajo nos ha cambiado a todos en nuestra rutina diaria. Me gustaría saber de qué forma puede controlar la empresa la jornada laboral que hago al tener que trabajar a distancia.