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Incultura de empresa.

Recientemente tuve la fortuna de participar en un proyecto para la definición e implantación de la cultura corporativa en un departamento global de nueva creación.

Durante la preparación de la presentación para el inicio del proyecto, y para situar a la audiencia rápidamente en el contexto de mi colaboración, se me ocurrió que debería poner una definición “oficial” o cuando menos bastante extendida del propio concepto “cultura de empresa”.

Para mi sorpresa no encontré ninguna que me convenciera claramente, ni tampoco ninguna que estuviera extendida entre varios autores de mi confianza. Estaba a punto de recurrir a la Wikipedia como hago en estos casos, cuando en una discusión en LinkedIn un usuario lo puso de manera muy sencilla en un comentario: “Cultura de empresa es el modo en que se hacen las cosas”

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La razón por la que inicialmente me convenció aquella definición es porque la enmarqué mentalmente en primer lugar en el entorno que me encontraba, y en segundo en el entorno sobre el que escribo normalmente: las buenas compañías.

Por suerte tengo amigos que viven en un mundo real de empresas donde procesos básicos ligados al desarrollo del empleado y a veces incluso al rendimiento brillan por su ausencia, que con sus comentarios me hicieron cuestionarme si el modo en que se hacen las cosas define realmente la cultura de empresa, y de ahí llegué a la conclusión que lo que realmente definía era el nivel cultural de la misma. Es decir, que en algunos casos, por el modo en que se hacen las cosas, de lo que tendríamos que hablar es de la incultura de empresa.

Hoy en día no existen fórmulas secretas, ni métodos revolucionarios ocultos que estén sólo en poder de unos pocos. Vivimos en una sociedad global donde las buenas prácticas se comparten, sencillamente por eso, porque son buenas. Donde la importancia de las personas y la necesidad de las nuevas tecnologías para ganar en eficiencia es un hecho incuestionable. Dentro de una gran variedad tenemos la opción de elegir los métodos más apropiados o que más se acerquen a nuestro pensamiento, faltaría más. Lo que es denunciable es que haya gente que aún traté de ignorar que esto está cambiando.

Así que el hecho de que algunas compañías intenten crecer al margen de estas informaciones utilizando métodos acuñados en la revolución industrial me parece simplemente un ejemplo de analfabetismos empresarial. Escudarse en comentarios del tipo “No, es que nuestra cultura corporativa es muy tradicional” es como decir que las teorías creacionistas son una forma clásica de educar. Creo que debemos empezar a llamar las cosas con su nombre para situar correctamente a cada uno dentro del mapa empresarial.

Hablemos de empresas incultas u obsoletas sin tapujos, dejemos de utilizar eufemismo que les sirvan como coartadas. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, y la incultura no es algo por sí negativo, es una enfermedad que se cura fácil: leyendo y poniéndose al día.

El mayor problema para un ciego es no ser consciente de su ceguera, así que dejemos a un lado la condescendencia disfrazada de respeto y hablemos con propiedad. Incultura de empresa me parece la etiqueta adecuada para que algunos empresarios se den cuenta que su estancamiento es un problema para el mercado laboral, y, a la larga, para su propia supervivencia y bienestar.

En fin, que cuando tenga que poner de nuevo la definición de cultura corporativa en una presentación, haré una pequeña acotación: “Cultura de empresa es el modo en que se hacen las cosas en las buenas compañías”

Jesús Garzás

2 Comments

  1. Te paso otra definición de cultura de empresa: “Es lo que hace la gente en las organizaciones cuando no les mira nadie”

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