La tentación de mirar por el retrovisor las oportunidades pérdidas está siempre ahí. Y es un error. Los cambios se labran en el presente y sus frutos se recogen en el futuro, el pasado no es más que un terreno baldío.
Y sin embargo cada vez que los miedos surgen, surgen con ellos las ganas de girar el cuello. Y no es que las oportunidades perdidas sean algo malo, lo malo realmente es recordarlas de forma reiterativa.