El viernes pasado aparecía en mi TL de Twitter una foto de esas neveras comunes de las cafeterias de los centros de trabajo. Esas que se suponen deben quedar vacías al final de la semana pero que por el contrario se suelen convertir el viernes por la tarde en un almacén de alimentos abandonados u olvidados, normalmente caducados o en estado de putrefacción. Desechos de los que sus dueños no se preocupan porque ya se harán cargo de ellos cuando vengan a limpiarlo… ¡Olé sus huevos (u ovarios)!
Y lo que es peor, seguramente a esos mismos dueños que luego en las salas de reunión se les llenará la boca con la palabra autoliderazgo.