La gestión de la influencia es una competencia transversal. Y para todos. Partamos de esta base, porque algunas personas no lo tienen claro. La jerarquía, el carácter, la autoestima, y algunos factores más, modulan su intensidad y definen su radio de acción, pero nadie está exento de la obligación de gestionar su influencia. Porque, consciente o inconscientemente, está ahí.
Creo que todo el mundo ha visto alguna vez (o decenas de veces) “Qué bello es vivir”. Y como el ángel de segunda clase Clarence le demuestra a George Bailey, la vida de cada uno de nosotros influye en la de que nos rodean en un modo que ni llegamos a imaginar. Vale, no puedo decir que esto sea una prueba empírica que dé validez a mi opinión, ni me quiero poner tan trascendente como en la película, pero sí tajante para volver a afirmar que todos tenemos un circulo de influencia que debemos gestionar, conscientemente, para el beneficio de lo demás, e incluso, en ocasiones, para el propio.