Una de las grandes ventajas de haber pasado la mayor parte de mi vida profesional fuera de Recursos Humanos es que tengo una perspectiva menos sesgada de nuestra función, o quizás sesgada igualmente pero al menos por la percepción que de ella tienen los empleados que reciben sus servicios y que a la postre es la que debería importar si se desea mejorar.
A nadie le sorprenderá que diga que la mayoría de la gente ve a los empleados de Recursos Humanos como los malos de la película, los agentes de asuntos internos que intentan arruinar una brillante carrera al honesto protagonista.
El mismo efecto Fairy que se produce con los jefes en cualquier evento corporativo, se produce también con cualquier persona, incluso un inocente recién llegado, que esgrima en su placa el membrete de Recursos Humanos. Digo yo que habría que hacer algo para cambiarlo.