Qué se le va a hacer. Me apetece seguir reflexionando sobre las anécdotas que vivo con mi hijo. En el fondo de mi ser creo que es porque tengo un niño muy salao y da mucho juego, pero no soy tan ciego como para no percibir cierto tufillo a padre pesado. Por eso siempre advierto antes de comenzar estos posts.
Hoy mi trabajo se trata de contestar aquí a una de esas preguntas que lanzan los hijos como si nada, pero que no tienen fácil respuesta (tranquilos, aún no se ha cuestionado seriamente el origen de los bebés), que ahondan en esas incoherencias de nuestra sociedad que pasan desapercibidas para nuestros ojos acostumbrados a ellas, pero que no resisten el filtro de una mirada nueva y sin prejuicios.