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El día en que empecé a ser mejor profesional.

A veces me gusta escribir desde un punto de vista más personal. Me produce cierto rubor no por lo que conlleva de exposición sino porque lo de ponerse a uno mismo de ejemplo puede ser signo de vanidad. Creo sinceramente que no es el caso, con mi carrera profesional en plena transformación, con un rumbo marcado en el horizonte pero sin haber alcanzo el objetivo que me he propuesto, desde luego no es tiempo de sacar pecho.

Lo quería dejar claro porque el artículo de esta semana no está basado en logros o en evaluaciones externas sino en mi propia percepción.

Después de varios cursos de liderazgo o de coaching, de diversas lecturas y de múltiples experiencias. Después de mucho escuchar, observar y reflexionar, un día descubrí un modo sencillo para ser un mejor profesional.

 

Helpfulmarco

 

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¿Estás comprometido con tu trabajo o comprometido con tu carrera?

Es bueno que se hable cada vez más del compromiso de los empleados o de su versión inglesa, el engagement, que no sólo suena mejor sino que tiene un sentido más adecuado en alguna de sus acepciones.

No hay empresa de prestigio que no lo mida y que no se jacte de poner en marcha acciones para fomentarlo y conseguir que el porcentaje de empleados comprometidos crezca año tras año. Ningún pero a este tipo de iniciativas. Sólo una observación, para ser un tan unánimemente considerado como crítico, ¿se invierte lo suficiente en él? Y no hablo de la parte económica (que obviamente tiene su importancia), hablo de expandir la cultura general sobre el tema.

¿Se informa al respecto? ¿Se consigue que el empleado lo vincule como algo que atiende a su propio interés tanto como al de la empresa? ¿Lo recompensamos o le otorgamos algún tipo de reconocimiento? Y lo más importante, ¿Sabemos identificarlo?

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¿Son tus objetivos “S.M.A.R.T.” o son “R.U.S.H.”?

Pocos acrónimos nemotécnicos han triunfado más en el entorno empresarial que el famoso S.M.A.R.T. Ha pasado mucho tiempo desde que , según la Wikipedia, en 1981 George T. Doran lo utilizó por primera vez y hoy en día es difícil encontrar a alguien que trabaje en una multinacional y no lo conozca.

Inquirir el secreto de su éxito no es tarea difícil. Por un lado los términos que se encierran bajo cada una de las letras del acrónimo definen muy acertadamente los requisitos que debe cumplir un buen objetivo y por otro lado la palabra en sí, SMART (inteligente/hábil/bien hecho) es un adjetivo que en teoría define bien cómo deberían ser esos objetivos y también el proceso para dar con ellos. Digo en teoría porque en la práctica, cuando nos ponemos manos a la obra, la experiencia me dice que si tuviera que elegir un acrónimo para describir lo que sucede ese sería R.U.S.H. (a toda prisa)

RUSHmarco

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La imponderable virtud de ser un chocamanos.

El chocamanos forma parte de los personajes que moran por tu lugar de trabajo. Su hábitat natural son las máquinas de café y las puertas de los despachos. El verbo fluye con facilidad de su boca de sonrisa Profiden. Su epidermis es más gruesa de lo normal para poder bajar en invierno a fumarse un pitillo, en el momento adecuado y sin necesidad de ir a por el abrigo, cuando intuya que hay una información importante que puede ser desvelada. Se mueve como pez en el agua en los eventos sociales, adereza los gin-tonics con frutos de la huerta y su arrolladora personalidad no suele dejar indiferente.

Sus enemigos suelen etiquetarle con calificativos despectivos a sus espaldas, más despiadados y menos políticamente correctos aún si se trata de un chocamanos de género femenino.

Podría quedarme en su superficie, deleitarme con la mofa y el chascarrillo y ganar fácilmente adeptos a este post. Lo que pasa es que desde que aprendí los beneficios de no prejuzgar (y si es posible tampoco juzgar) me resulta mucho más fácil apreciar la virtud de ser un chocamanos.

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