Este post parte de la ventajista premisa que significa el hecho de encontrarme empaquetando cosas para partir rumbo al sur el próximo sábado. Pero a pesar de ello, o quizás por ello, tiene como principal objetivo defender el disfrute de las vacaciones cuando cada uno decida que es necesario.
Si se espera al momento adecuado, como para el resto de las cosas en esta vida, puede que este no llegue nunca. Por tanto, ese momento hay que crearlo.
Nadie es imprescindible en una empresa. Ocurren bajas inesperadas que duran semanas o meses, cambios de trabajo sin preaviso, retiradas…. Y el mundo sigue girando. Partiendo de esa base, y simplemente por comparación, tendríamos que tener claro que el impacto de las vacaciones no debería notarse. Porque, además, frente a todos esos casos que acabo de poner de ejemplo, las vacaciones se pueden planificar… ese es el quid de la cuestión.
Sabiendo cuando te vas a ir de vacaciones, puedes intentar dejar las cosas urgentes cerradas, y las que no lo sean tanto aplazadas hasta tu vuelta. Habrá tareas, las menos, que tengas que delegar o dejar a un compañero… y aquí es donde llegan las trampas del ego: “es que esto no puedo pasarlo a otra persona”, “si no lo hago yo, la van a cagar”, “yo soy el único que conoce eso” …. En el supuesto caso de que algunos de esos pensamientos se acerquen mínimamente a la realidad y no sean sólo un ejemplo de egocentrismo, entonces, querido amigo o amiga, el verdadero problema al que se enfrenta tu empresa no son tus vacaciones sino al hecho de no tener a nadie adecuado sobre el que delegar tus tareas. Porque, como decía antes, podrías llegar una baja tuya inesperada… ¿Y entonces qué pasaría?
Las vacaciones son una excelente excusa para aprender a delegar y compartir.
Por tanto, una buena planificación, que por supuesto incluya la coordinación con aquellas personas que deban sustituirte en tu ausencia es fundamental.
¿Y si eres autónomo o único en tu posición? Entonces te toca aprender a relativizar, programa tus vacaciones con adelanto y gestiona todo lo que te vaya llegando teniéndolo en cuenta. La experiencia me dice que en muy pocas ocasiones una fecha es crítica e inamovible, para el resto de los casos, el 99%, las cosas se pueden planificar para más tarde. Lo importante es gestionar bien (lo que significa hacerlo con tiempo) las expectativas de tus clientes, y, sobre todo, tus propios miedos: a nivel trabajador por cuenta ajena, nadie (que merezca tu aprecio) puede cuestionar tu trabajo por haberte ido de vacaciones si las has organizado con tiempo. A nivel trabajador por cuenta propia, ningún cliente que aprecie de verdad tu trabajo (y que por tanto sea una realidad al largo plazo) va a prescindir de tu apoyo por un par de semanas de ausencias. Podría, si acaso, alinearse los planetas en tu contra en una rara ocasión y perder un mini-proyecto… nada que merezca tus lamentos. Y si tu cliente no aprecia tu trabajo, puede que lo pierdas ¿Pero de verdad quieres mantener un cliente que no aprecia tu valor? Pan para hoy…
Espero haberos convencido con mi post, a mí me ha ayudado a tomarme las vacaciones con la conciencia más tranquila. Y de paso a decidir que, tras algo más de 3 años seguidos publicando a ritmo semanal, es el momento de dar un parón de 2 o 3 semanas al blog. Como sois grandes lectores, confío en que estaréis ahí cuando regrese, por cierto, a ritmo de publicación quincenal.
Como os voy a echar mucho de menos, intentaré no perderos de vista en las redes sociales, si puede ser desde una tumbona con vistas a la playa, mejor que mejor.
¡Felices vacaciones!
beach life by Becca O’Shea from the Noun Project
Muchas gracias por este articulo que aunque pequeño es conciso, debemos de aceptar que el ego es lo que muchas veces nos limita mas que otras cosas, hay que aprender a delegar.
Gracias a ti por leernos y tomarte el tiempo para comentar, algo que siempre aporta valor a un post.