En estas fechas tan entrañables, y con motivo del sorteo de la lotería de Navidad, he decidido destripar este dicho de la cultura popular.
Para empezar, al césar lo que es del césar, en este caso, al gordo lo que es del gordo. El trabajo y la economía están muy bien y ampliamente relacionados, como discutiremos más adelante, y, desde luego, son clave en nuestras vidas. Pero creo que, sin lugar a duda, la mejor lotería es que te toque un premio tan grande que te permita realizar el trabajo de tus sueños sin la dichosa necesidad de estar cuadrando números constantemente. El corsé de las cuentas a veces aprieta tanto que coarta la creatividad, la innovación y la posibilidad de disfrutar al cien por cien de tu actividad.
Por tanto, la mejor lotería es que te toque bien la lotería… no nos confundamos.
Ahora bien, si entramos en el terreno matemático y analizamos probabilidades, es mucho mejor invertir en el trabajo de nuestros sueños que en el número que hemos soñado. Además, existe ese intangible nada desdeñable que se puede denominar orgullo, autorrealización, o felicidad interior que solo se puede alcanzar en todo su esplendor si el resultado de nuestro éxito se debe sobre todo a nuestro esfuerzo.
Yo creo que el objetivo para el que hay que trabajar es poder dedicarte a lo que quieras sin necesidad de que te toque la lotería. Hay una razón principal, debemos situar siempre nuestros objetivos dentro de nuestra zona de influencia. Tener dependencia de algo sobre lo cual el impacto de nuestras acciones es prácticamente nulo es autocondenarnos a la frustración. La suerte, en la mayoría de los casos en los que se saca a colación, es utilizada como excusa.
Yo creo en la suerte que está en nuestras manos, dentro de nuestra área de influencia, que no aparece por arte de magia, sino que se gana con esfuerzo, constancia y dedicación a lo que te apasiona. Una suerte a la que hay que apostar cada día pensando que aparecerá como una consecuencia lógica a nuestros hechos, como resultado de las leyes que hacen moverse el universo con cierta coherencia. Una suerte, que cuando llega, no sorprende, pero, que, si finalmente no asoma, no cabrea, sencillamente porque el tiempo invertido ha merecido la pena.
Sin embargo, la otra suerte, la más popular y la menos cotidiana, la que aparece por puro azar, no tiene porque ser despreciada o maldecida. Y, desde luego, no puede ser utilizada como excusa. No se la espera, y si hace acto de presencia, hay que darle la bienvenida, porque probablemente (en el sentido más estrictamente matemático de esta palabra) no volvamos a verla.
Así que, si te toca el gordo, esa será la mejor lotería, no te sientas culpable, porque además si sigues jugando correctamente a la otra, la que está en tus manos, probablemente (de nuevo en el sentido más estrictamente matemático de esta palabra) tu vida transcurrirá más tranquila, más alineada con tus valores, y sin tener que escuchar ese saboteador tan clásico que es el dinero.
¿Podría ser que te esfuerces cada día y ninguna de las suertes aparezca? Podría ser, para que las matemáticas cuadren deben existir escenarios de baja probabilidad. Pero si esto es así, no te quedará otra que tratar de ver el telediario del 22 de diciembre con la mayor empatía posible, y creer a Matías Prats cuando diga aquello de que “Lo importante es tener salud”
¡Felices fiestas!
Winning Lottery Ticket by Gan Khoon Lay from the Noun Project
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Saludos
Muchas gracias por el comentario!