Lo reconozco, la pregunta del título es bastante capciosa y deja entrever las intenciones de mi artículo de hoy.
Pero es que el mid-year review, que es como se suele conocer en entornos multinacionales, cuando no va acompañado de otras revisiones periódicas suele tener un papel bastante descafeinado.
Evidentemente debería servir de algo, para eso está, pero la experiencia me dice que en muchos casos se mueve en un pequeño terreno comprendido entre la buena práctica y el puro trámite.
La revisión de mitad de año no se hace a mitad de año. Mal empezamos cuando la propia reunión no es coherente con su nombre, pero es que en la mayoría de los casos los objetivos han sido establecidos a finales de Marzo, con lo cual el jefe de turno suele decidir que tener la reunión tres meses después puede ser prematuro. El problema es que entonces entra el verano de por medio y a poco que la vuelta de vacaciones sea medianamente intensa la fecha se nos puede ir a finales de Septiembre. Teniendo en cuenta que en Diciembre ya estamos con la evaluación final… después de la revisión dejamos tan sólo dos meses de reacción. Algo que cuando un objetivo tiene un claro carácter anual deja poco margen de acción.
La revisión de mitad de año suele ser recomendable pero no obligatoria. Bastante cargado tienen el calendario estos pobres managers, piensan bienintencionadamente los de recursos humanos, y entonces deciden otorgar a esta reunión un carácter opcional. De este modo consiguen que se formen dos grupos de jefes que en nada la benefician: los que pasan totalmente de ella y los que con sólo hacerla se creen excepcionales por el mero hecho de sí haber cumplido con el trámite. Afortunadamente siempre hay otro grupo que se la toma en serio.
En la revisión de mitad de año cuesta quitar objetivos. Si rectificar es de sabios, a estas reuniones acude uno con un nivel de sabiduría bastante justito. Lo he experimentado con varios jefes y, lo que es peor, lo he experimentado yo siendo jefe. Cuesta un mundo reconocer que un objetivo que se puso en Marzo es inviable en Septiembre. Total por dos meses que quedan vamos a mantenerlo a ver si se obra el milagro. A veces eres consciente de que tú mismo lo estás condenando dando prioridad a otras cosas, pero quieres pensar que de un modo u otro se encontrará tiempo para completarlo. Hay un optimismo poco realista que suele flotar en el ambiente de estas reuniones.
Volviendo a la pregunta inicial y teniendo en cuenta los párrafos anteriores tiendo a pensar que las revisiones de mitad de año son poco útiles por sí mismas en la mayoría de los casos. Claro que también creo que esto tiene una solución relativamente fácil.
En primer lugar tener una reunión opcional en nueve meses es simplemente insuficiente. Incluso el carácter anual de los objetivos me parece cuestionable y le dedicaré un post en próximas semanas. Creo que el término “revisión de mitad de año” debería desaparecer y sustituirse simplemente por reuniones de seguimiento. Como mínimo creo que es necesario hacer una antes de verano y otra a la vuelta, pero evidentemente cuantas más mejor. No soy muy partidario de poner nada como obligatorio, menos aún para gente que ostenta un cargo al que se le presupone “seniority”, pero sí de fomentar las buenas prácticas con medidas adicionales. Por ejemplo en las reuniones de calibración (también cuestionaré estas reuniones en otros post) deben tener prioridad aquellas calificaciones que estén respaldadas por un mayor número de reuniones de seguimiento, o en la evaluación de los gestores de personas el número de reuniones de seguimiento bien documentadas deben constar como prueba de su buen hacer, y, sobre todo, la ausencia de las mismas debe ser juzgada con el mismo rigor que un objetivo no cumplido.
En segundo lugar hay que afrontar estas reuniones sin apego a lo que dijimos. Nada debe estar escrito en piedra. Cambiar de opinión no es una señal de indecisión o debilidad, es en muchos casos una necesidad para poder avanzar, es la puerta hacia a una evolución coherente con los cambios en el entorno o en nosotros mismos. Esto se podría conseguir también fomentando buenas prácticas como el hecho de tener que sustituir al menos un objetivo a mitad de año. Esto nos obligaría a mirar con ojos críticos lo que pusimos inicialmente, y a examinar las circunstancias actuales y actuar en consecuencia a la hora de poner el nuevo.
Tengo claro que no estoy descubriendo nada nuevo pues muchas de estas cosas ya se hacen de manera informal en casos más aislados, pero sinceramente creo que entre todos deberíamos intentar que se generalizaran.
La denominación “mid-year review” es confusa y conduce a reuniones cuya utilidad es bastante cuestionable. Tomemos el concepto que hay detrás, cambiemos el nombre, apliquemos alguna buena práctica y hagamos que a la vuelta de las vacaciones la gente no tenga que enfrentarse a una reunión que piensa que no vale para nada.