Pasarán los días de encierro, pasarán los puntuales aplausos comunitarios de las 7:58, pasarán los abrazos a dos metros de distancia, pasarán las videollamadas a los abuelos… bueno, éstas no, éstas apuesto que se quedarán para siempre ya.
Pasará el coronavirus, pasará la mayor parte de lo malo que nos ha traído, y, lamento no ser muy optimista al respecto, pasará también la mayor parte de lo bueno que nos está trayendo. Pero al volver la vista atrás, hablaremos muchas veces de ello con pelín de orgullo y un tono engolado de autoridad para decir que, en aquellos tiempos, que son estos, pudimos hacer lo que antes decíamos que no podíamos.