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Tipos de empleado según su gestión del aire acondicionado

Pocas cosas dividen más a una plantilla que el aire acondicionado. Por un lado, están los que solo se sienten bien si convierten la oficina en una sucursal de Invernalia. Por otro los que pretenden subirse a lomos de un fan coil y hacer que escupa fuego. Es la disputa cruenta y descarnada que cada verano convierte la oficina en un auténtico Juego de Chorros.

aire acondicionado

Dicen que quizás la covid nos haga mejores personas, en lo relativo a este asunto sería bonito que el hecho de teletrabajar con un triste ventilador a pilas hiciera a más de uno comenzar a valorar el privilegio de un buen sistema de refrigeración en verano, y llegase a la conclusión de la necesidad de utilizarlo siempre desde el consenso térmico, y no desde la dictadura del termostato de nuestro ego. Por si acaso esto no fuera así, en el post de hoy os ayudaré a identificar diferentes tipos de empleados por su gestión del aire acondicionado:

  • Los del norte: El norte de España está lleno de preciosos parajes y de nobles personas que llevan con orgullo su procedencia. El problema es que algunas de ellas, al llegar el verano y encontrarse en latitudes más meridionales, necesita demostrar a los cuatros vientos (acondicionados) la capacidad genética para resistir bajas temperaturas que su origen les ha concedido. Si te sientas cerca de alguno, busca un cambio de sitio al llegar el verano o sentirás el frescor de la galerna sobre tu espalda. Una vez trabajé con un pingüino y uno de Bilbao, y el pingüino siempre se levantaba para subir un grado la temperatura que había puesto el de Bilbao el termostato.
  • El déspota térmico: El verano nos cambia a todos un poco, y ese jefe/a siempre abierto al diálogo y a escuchar al equipo se vuelve de repente un déspota con la temperatura. Se hace dueño del mando del aire acondicionado y pronuncia sin ningún rubor “aquí mando yo” cuando alguien cuestiona sus decisiones térmicas. Asúmelo, tendrás que adecuar tu vestimenta a su termostato interior.
  • La de la rebequita: Por su aversión al conflicto y al enfrentamiento, tiene siempre una rebequita en el respaldo de su sitio que se pone o se quita en función del resultado de las disputas que otros tienen por la temperatura. Es un ser afable y comprensivo, pero, ojo, el día que deja la rebequita en casa puede sacar el carácter, y sacarte los ojos de la cara, si no ajustas el termostato a sus necesidades.
  • El discreto estratega: Nunca discute por la temperatura. Parece que no va con él, pero se queda en su sitio cuando todos van a por café. Al regresar pueden tardar un rato en darse cuenta que la temperatura del aire ha cambiado en varios grados. El estratega, con la mirada fija en un punto lejano, nunca reconocerá su maniobra clandestina.
  • El subastero: Es de los que le gusta tener la última palabra y lo demuestra. Lo suyo no es un problema de temperatura sino de temperamento. Su ego siente la irrefrenable necesidad de pujar. Da igual la temperatura que otro compañero haya fijado, él se levanta justo después y la eleva un grado. “Adjudicado” acaban por conceder sus compañeros hartos de sus ajustes térmicos.
  • Los ecologistas: Personas dignas de elogio que se rigen por sus valores y no por su termostato interno. Da igual si el aire acondicionado funciona mal o si se sientan junto a un ventanal, que provoque despiadadamente un efecto lupa sobre su cocorota. Da igual que tengan escarcha en las cejas o sudores bajando por las piernas hasta la moqueta. Si la temperatura ideal para optimizar el consumo eléctrico en verano son 26 grados, de ahí nadie podrá mover el termostato, ni siquiera con la ayuda del Rainbow warrior.
  • Don erre que erre: La versión hardcore del subastero. En la oficina se pone la temperatura que le salga de sus reguladores térmicos…por decreto. Ni jerarquía, ni procedencia norteña, ni ecología pueden con él. Si te toca una de estos y tienes una percepción distinta a la suya sobre los conceptos de frío o calor, pide un cambio de planta, porque su objetivo en la vida es que la temperatura del termostato sea la que él decide. Cuando llega el verano, empiezas a sospechar que el accidente que tuvo en invierno el compañero que se sentaba junto al control del aire acondicionado, quizás no fue un accidente. Don erre que erre ocupa ahora ese lugar de privilegio e intervendrá tantas veces como sea necesario para imponer su criterio.

 

Seguro que tu tienes más ejemplos, y ojalá lo compartas en los comentarios. Yo, mientras tanto, tengo el mejor antídoto para huir de estos estereotipos: las vacaciones.
Llego el turno de cogerlas en el trabajo… y en el blog, por eso quería despedirme momentáneamente con un poquito de humor.

¡Feliz verano!

 

 

Air Conditioner by Gan Khoon Lay from the Noun Project

Jesús Garzás

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