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Caer mal está bien si aciertas a quién

No, no me gusta caer mal a nadie. De hecho, si de algo he pecado en la vida es de intentar lo contrario, caer bien a todo el mundo.

Es un propósito noble que además redunda en tu propio beneficio, conseguir que la gente a tu alrededor esté feliz es el modo más rápido de serlo tú mismo.

Lo que pasa es que cada uno de nosotros tiene una forma diferente de interpretar la vida en función del mapa mental que la genética, la educación, la idiosincrasia del lugar donde vive y la curiosidad por entender a los demás han configurado en su cabeza. Somos tan distintos, que haciendo algo para caer bien es posible llegar a caer mal. Por eso es tan difícil conseguirlo hasta en tu entorno más cercano y personal.

En tu entorno laboral, y si eres jefe, es casi imposible.

Caer mal

Y es que este post va sobre todo enfocado a los han iniciado su camino en el mundo de la gestión de personas. Idealistas que, como yo en su día, luchan cada jornada por lograr que cada miembro de su equipo esté satisfecho con su labor de liderazgo, y a los que cuesta conciliar el sueño cuando descubren que a pesar de sus esfuerzos hay facciones dentro de su grupo que no están por la labor de esculpir un monumento en su honor, más bien por derribarlo en caso de que lo hubiera.

El quid de la cuestión es que la mayor responsabilidad que viene con el puesto de mando es la de tomar decisiones. Y normalmente tener que decidir implica mover la balanza hacia un lado u otro y eso, a no ser que estés gestionando un equipo de monjes budistas, provoca descontento en el que se siente perjudicado.

Es lícito intentar que tu equipo abrace una visión con el bien del cliente en el centro y el interés del equipo por encima de las individualidades. No sólo es que sea lícito, qué narices, también creo que es necesario por lo menos intentarlo . Es la única vía para alcanzar un nivel de felicidad homogéneo.

Pero por si esto falla, hay que estar preparado. Porque ser idealista no tiene por qué estar reñido con ser previsor. Y es en ese momento donde llegará la que es para mí la clave del buen liderazgo realista… conseguir caer mal a los elementos adecuados.

Es decir, cuando desde nuestro de punto vista hay diferencias en el desempeño la balanza de las decisiones difíciles debe caer siempre a favor de los que más contribuyen para el bien del equipo. Parece de Perogrullo, pero si la experiencia no me hubiera mostrado lo contrario tantas veces, jamás hubiera escrito este artículo.

Ser bueno no es malo. Pero lo malo de intentar tener contento a todo el mundo es que a veces crees que la mejor manera de conseguirlo es tratar a todos por igual. Repartir halagos, repartir subidas salariales, repartir proyectos importantes con matemática ecuanimidad. Y cuando haces eso consigues que se sienta perjudicado aquel más ha contribuido, aquel que esperaba una recompensa en función de esfuerzo y sacrificios. Aquel al que acabas de golpear en la base de flotación su motivación. Es entonces cuando se puede decir que tu labor de gestión de personas ha fallado.

La justicia es un término relativo, pero ser justo como jefe significa serlo respecto a tus valores y a tu manera de ver la vida. Ten en cuenta que si te dieron ese puesto de responsabilidad es porque creían en tu criterio.

Por tanto ser un jefe justo no es repartir a todos por igual sino dar más a quién crees que más lo merece… aunque eso tenga el efecto colateral de molestar a alguien. No te preocupes porque como decía en el titulo, caer mal está bien si aciertas a quién.

Gestionar a los descontentos será también tu trabajo, pero si un descontento es fruto de decisiones consecuentes con tus principios te será más fácil mostrarte trasparente para mostrarle la manera de mejorar. Transmitir coherencia es el camino para ganar la confianza. Y la confianza la única vía para recuperar una relación deteriorada.

Por eso suelo decir que para valorar a un manager no me fijo en el número de personas que tiene a favor, me fijo en los que tiene en contra, y si son los adecuados, es decir, los que comparten unos valores más alejados a los suyos, entonces podré decir que su gestión es adecuada. Y honesta.

Picture: Hostility by Luis Prado from the Noun Project

Jesús Garzás

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