La realidad virtual y la realidad aumentada han llegado para transformar el mundo de la formación, pero no el del desarrollo.
Me resulta curioso que apenas (o incluso nada) se ha hablado de ellas en este blog, pero hoy toca darle una vuelta al tema.
Estoy convencido que cambiarán (ya están cambiando) el modo en el que aprendemos, pero también lo estoy, y ahí quizás mi opinión sea más discordante con el sentir general, que no cambiará tanto el modo en el que un profesional crece y madura.
Hace ya mucho tiempo que me enseñaron la regla de las tres “E” (en inglés) : Experience, Exposure y Education. Y sigo creyendo firmemente en ella. Según esta regla, el conocimiento que adquirimos (y con él nuestro desarrollo) de debe en un 70% a la experiencia, en un 20% a la exposición (aunque sin tener en cuenta la “E” preferiría traducirlo como “orientación·), y un 10% a la educación (formación).
El mundo de la realidad virtual y la realidad aumentada van a mejorar sin duda alguna la calidad y el potencial de la educación, sobre todo en lo referente a las competencias técnicas. Imitar entornos reales facilitará la familiarización de los aprendices con los futuros retos de su trabajo, les acercará a conocer los problemas más habituales y las herramientas de las que disponen para solucionarlos.
Los entornos de formación serán cada vez más parecidos al mundo real, y eso es un gran avance, qué duda cabe, pero también, y eso es lo que a veces parecemos olvidar, por muy parecidos que sean, nunca serán el mundo real.
Incluso si en la forma y en los detalles imitase al 100% a algún entorno o situación del mundo real, mientras la persona que lo esté utilizando sea consciente de que está en una realidad virtual… el efecto no será el mismo.
Pongamos un ejemplo claro: un médico puede repetir 300 veces una operación en un entorno generado por ordenador, y perfeccionar su técnica hasta límites insospechados, pero nunca será lo mismo que sentir la presión de que una vida real está en tus manos.
La realidad pone a prueba otras competencias que no podrá medir del mismo modo un entorno virtual: creatividad ante lo inesperado, resiliencia ante lo adverso, templanza en el momento adecuado, capacidad de colaboración, visión para encontrar siempre un camino, liderazgo…
Otro ejemplo mediático, lo que distingue a los mejores deportistas de élite es su capacidad para brillar y aparecer en los momentos cruciales. La realidad siempre estará llena de estos momentos decisivos, mientras que la realidad virtual, por el mero hecho de serlo, debido a su propia esencia, será como un partido de liga intrascendente, servirá para entrenar, pero no pondrá a prueba esas competencias que distinguen a los mejores.
Volviendo a la regla del principio, seguirá siendo la experiencia, la real, será la que mayor impacto tenga en el desarrollo de una persona. Si hablamos de liderazgo, tomar una decisión en un entorno de realidad virtual es fácil porque, más allá del ego o de una evaluación mediocre no tendrá repercusiones vitales. Son las decisiones reales, que impactan en personas reales, que generan pérdidas o ganancias reales, las que sirven para desarrollar a un líder. Tanto las buenas como las malos.
Es el mundo real donde los fallos se pueden convertir en la mejor escuela, y dejar lecciones imposibles de olvidar.
La reflexión de hoy deja un dilema ético en el aire, para años venideros, cuando la realidad virtual o la realidad aumentada hayan mejorado hasta tal punto de ser indistinguibles del mundo real… lo que marcará la diferencia será la consciencia de donde estás. Luego, ¿tendría sentido engañar a alguien sobre la naturaleza del mundo en el que está trabajando para ayudarle a desarrollarse? Bueno, sobre esto ya escribía, hace mucho tiempo, Orson Scott Card, en El juego de Ender. Lectura veraniega para recuperar.
Mi opinión, aunque sea simplemente por salud mental, mejor no mezclar. Dejemos simplemente que la realidad virtual y la realidad aumentada nos proporcionen el mejor entorno de formación jamás soñado. Y luego dejemos que la experiencia, y, sobre todo, el tiempo, nos ayuden a desarrollarnos.
Porque en la carrera del desarrollo no gana quién llega antes, gana aquel que avanza siendo coherente con sus valores y nunca deja de crecer.
Virtual Reality by Krisada from the Noun Project