Admito que cuanto más me conozco menos sé quién soy. Nos hemos montado un mundo en el que cada vez resulta más complejo encontrarse a uno mismo. Rodeados de inercias, prisas, identidades laborales impostadas, creencias sociales heredadas, “quieros” y no “puedos”, y “puedos” que, por lo que sea, no acabas de querer… cada vez cuesta más localizar al Wally que mora en tu interior, por mucho que intente llamar tu atención con su conjunto de rayas rojas y blancas.