0

Te mereces unas felices fiestas

Este año no me basta con lanzar un deseo al aire, esta vez quiero ser rotundo y tajante. Te mereces, nos merecemos, unas felices fiestas.

No te será difícil encontrar el motivo a tal merecimiento, hemos convivido durante el confinamiento con compañeros de piso peores que los de Elena Cañizares: el miedo, la incertidumbre, la ansiedad o la tristeza han venido a visitarnos a diario. Y aunque a las ocho de la tarde abríamos las ventanas y les azuzábamos con palmas para que se fueran, insistían en quedarse, o regresaban por sorpresa.

Estas navidades, que serán distintas y por eso también especiales, nos merecemos poner el mundo en pausa, y aunque no podamos juntar a todos nuestros familiares, no podemos dejar de invitar a nuestra casa a la alegría, a la esperanza, y, si es necesario, a la ingenuidad. Para poder brindar con optimismo sincero, y sin peros, por todo lo bueno que está por llegar.

felices fiestas

Habrá quién cargado de cansancio, de cinismo, y hasta de argumentos veraces y científicos, diga que el año es una frontera artificial, y que las navidades se las ha inventado El Corte Inglés, que no hay motivo para la celebración. Y yo les digo, qué más da. Al menos este año no, por favor. Hoy no estoy apelando a vuestro lado racional. Estoy buscando una excusa para dejar de tener una vida de roedores por unos días: bajarnos de esa rueda de hámster en la que parecemos atrapados, parar ese continuo día de la marmota que la pandemia ha traído a nuestras vidas, dejar de buscarle tres pies al gato guiados por temores más o menos infundados. Si tenemos que sentirnos roedores estos días que sea por hincarle el diente a nuestros problemas o por enfrentarnos a elefantes gigantescos a los que podemos ahuyentar con un cambio de actitud.

Nos merecemos unas felices navidades, y en la medida de lo posible, debemos de tratar de concedérnoslas. Han sido unos meses duros. Hay luz al final del túnel, la de la nevera donde se almacenan nuestras vacunas, pero está aún lo suficiente lejos, para demandar una tregua. Ojo, una tregua no de medidas y precauciones, que cobran más sentido si cabe sabiendo que quizás este sea el último gran esfuerzo, una tregua de emociones tóxicas y miedos.

Que sí, que habrá hechos que no podamos borrar, y recuerdos que no podamos apartar, convivamos con ellos como buenamente podamos, faltaría más. Sólo digo que cuando apelemos a ese lado irracional al que recurrimos el 90 por ciento de nuestro tiempo, lo hagamos, por concedernos ese capricho, desde la ingenuidad y el optimismo. Si hay que ser irracionales y emocionales, y lo somos por defecto, seamos solo positivamente irracionales por unos días, porque este año, más que nunca nos lo hemos ganado con nuestro esfuerzo.

En el 2020 hemos sido tan imperfectos como de costumbre, hemos cometido nuevos errores, no hemos sabido estar siempre a la altura de las circunstancias, y hemos sido egoístas, como mínimo a la hora de comprar el papel higiénico. Pero este año también hemos sentido temor por nuestras vidas y por la de nuestros mayores con una crudeza y cercanía jamás percibida. Hemos visto el futuro más negro y más próximo que nunca jamás, y sólo por eso, nos merecemos una feliz navidad …y los mejores deseos irracionales (o no) que nos podamos imaginar para el año nuevo que está por llegar.

Te mereces un feliz 2021. Disfrútalo.

 

 

xmas tree by Vectors Point from the Noun Project

Jesús Garzás

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *