Será eso. Que acabo de regresar de vacaciones tras un largo parón en Agosto y en lugar de exprimirme las bronceadas neuronas en busca de un tema de candente actualidad, he preferido decantarme por un clásico que inunda las redes y hasta los informativos televisivos en Septiembre: un invento de finales de siglo XX llamado “depresión post-vacacional” y que de toda la vida se ha llamado “qué pereza da volver a trabajar”.
O quizás no es eso. Quizás es que la depresión post-vacacional me da la excusa perfecta para hacer la pregunta clave: ¿amas tu trabajo?
Sí, porque no hay mejor remedio para evitar la depresión post-vacacional que sentir pasión por lo que haces. Es probable que el recuerdo de la brisa playera tiña de pereza esos primeros días de aire acondicionado en tu regreso a la oficina, es posible que se te escape algún suspiro rememorando esos mejores momentos de ocio, pero al final si te apasiona lo que haces y disfrutas del tiempo que pasas junto a la gente con la que trabajas no tardarás en verte atrapado por un torrente de nueva actividad y sonriendo con la misma complacencia que lo hacías cuando un rayo de sol se filtraba por la sombrilla y te calentaba el ombligo. En estos casos, la depresión post-vacacional es una enfermedad que desaparece con más rapidez que una gripe común.
Sin embargo si lo que ocurre es que unos días antes de incorporarte a la rutina laboral tienes arrebatos de tristeza o te brotan las lágrimas por los ojos cuando divisas por el espejo retrovisor del coche el hotel en el que te alojabas, si al llegar de vuelta a la oficina sientes un deseo irrefrenable de salir huyendo o cuando ves a tu jefe en lugar de mariposas en el estomago sientes avispas, si, en definitiva, al regresar a casa después de ese primer día te sientes la persona más desgraciada del mundo y tienes que pensar en los gastos que tu nómina cubre para sentir algo de consuelo… entonces no puedes hablar de la depresión post-vacacional como enfermedad. En este caso es un síntoma. Síntoma claro de que debes buscar un nuevo trabajo que te apasione.
Sé que en los tiempos que corren parecen un poco atrevido o incluso de falta de consideración hablar del trabajo en estos términos, pero no debemos dejar que la crisis ejerza de saboteador. Yo creo que no sólo debería ser un derecho fundamental que toda persona tenga un trabajo, sino que además tenga uno que le apasione.
Mi mayor deseo para este curso que empieza es que el miedo no os agarrote y que nada os impida, como mínimo, empezar a buscar el modo de preparaos para alcanzar un trabajo Frenadol, ese que hará que la depresión post-vacacional se os cure antes que una gripe común.
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