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¿Qué llevas mal del aprendizaje digital?

Hay gente que lleva mal lo de del aprendizaje digital. A veces solo es cuestión de darle una oportunidad, a veces es que los contenidos o recursos elegidos para la primera experiencia no han sido los más adecuados y el alumno novato en estas lides termina desengañado, pero la mayoría de las veces la decepción proviene de comparar el presente con el pasado.

Para los que han (hemos) crecido con la formación presencial, lo digital puede ser percibido como la metadona del aprendizaje. Les cuesta desprenderse del sentimiento de que lo real era lo otro, y que esto es solo un parche barato con el que les han dado el cambiazo.

La otra realidad, la que a veces les cuesta percibir, es que el aprendizaje digital es una gran oportunidad siempre que tengamos la humildad de reconocer que necesitamos aprender y aceptemos la responsabilidad de que hacerlo ahora, más que nunca, está en nuestras manos.

aprendizaje digital

No voy ahora a enumerar las virtudes del aprendizaje presencial, que son muchas y, que dependiendo la habilidad que queramos desarrollar, pueden ser imprescindibles. Me voy a detener en una que considero un arma de doble filo, y uno de los mayores enemigos para la transición a lo digital: la comodidad.

A todos nos gusta que nos pongan las cosas fáciles, a la hora de aprender también. Qué bonito es poder bloquear un día en tu agenda, acudir a un lugar alejado de tu puesto de trabajo libre de interrupciones, y contar con la cercanía de un experto que te lleve de la mano hasta las puertas de conocimiento (traspasarlas, en todos lo casos, dependerá de ti y de las ganas y dedicación que tengas para hacerlo).

Pero ahora seamos realistas, cuántas veces al año podemos hacer esto. Y si nos atenemos al presupuesto, a cuánta gente vamos a poder llegar. Por no hablar de la coordinación de agendas y espacios, ese dolor de cabeza en los departamentos de formación agravado por un contexto pandémico.

El aprendizaje no puede ser la revisión médica anual, la sociedad actual demanda personas capaces de reinventarse y adaptarse con facilidad a los cambios y eso requiere aprendizaje continuo.

No es que el aprendizaje digital haya venido a sustituir al presencial, sino que puede llegar a sitios donde este último nunca ha podido llegar. Lo presencial y lo digital están condenados a complementarse, pero lo digital es quien debe liderar por una cuestión de tiempo. Lo digital debe conformar el menú del día con el que alimentar nuestro conocimiento y nuestras capacidades, mientras que lo presencial es ese banquete que no debe faltar de vez en cuando. Si vemos lo digital como un acontecimiento aislado en el año, como era lo presencial, evidentemente la comparación es perjudicial.

Suena raro (y hasta es un poco desagradable) tener que dar la gracias al covid por algo, pero la realidad es que debido a la situación excepcional que hemos vivido los contenidos digitales se han tenido que poner la pilas, cada vez los hay mejores y más adaptables a las necesidades de cada persona. Tantos que el reto actual es saber moverse entre la gran variedad de ofertas para encontrar lo más adecuado en cada momento para cada necesidad, en otras palabras, la curación de contenidos se ha convertido en una labor trascendental.

El buen aprendizaje digital demanda que el alumno se haga dueño de su desarrollo profesional, que trace una dirección por la que caminar y un destino al que llegar, que sepa ubicar espacios en su agenda para darle continuidad, y que encuentre los contenidos que mejor cuadren con su disponibilidad y sus necesidades.

Si todo lo anterior se cumple el potencial del aprendizaje digital es ilimitado, pero, claro, que se cumpla demanda responsabilidad y disciplina personal.

Ahora formulo de nuevo la pregunta que hacía al principio… ¿Qué llevas mal del aprendizaje digital? ¿Es la tecnología o el asumir tu rol protagonista? ¿Son los recursos de aprendizaje lo que no te acaban de convencer o es la pereza que te da empezar a buscar los que más se adecuan a tus necesidades?

Me atrevo decir, con el riesgo de equivocarme en algunos casos contados, que lo que la gente lleva mal del aprendizaje digital es lo de tirar del carro de su desarrollo. Porque claro se iba más cómodo montado atrás. Pero tirando del carro nosotros marcamos el ritmo y la velocidad, y montados detrás normalmente nos dejamos llevar.

Soy consciente de que también existe ese bloqueo inicial, ese no saber por dónde empezar cuando nos encontramos en un escenario diferente al tradicional. Para eso estamos los profesionales de la formación, para guiar, para curar contenidos, para validar que los pasos comienzan a darse en la dirección correcta. Incluso, aunque esto es más difícil de ver, cualquier profesional puede contar también con la ayuda de otro que se encuentre en una situación similar… sí… estoy hablando de las comunidades de aprendizaje virtual, otra de esas cosas que lo digital nos permite y a las que no acabamos de sacar todo el partido posible, por falta de costumbre o por otros factores más complejos que otro día deberíamos analizar.

Deja ya de lamentarte diciendo que cualquier tiempo pasado fue mejor, simplemente porque no es verdad. El presente es diferente al ayer, como lo será al mañana, y nuestra responsabilidad, como en casi cualquier otra situación vital, es sacarles partido a las posibilidades que el hoy pone a nuestro alcance. Que nuestra máquina de aprender no se pare… porque el mundo a nuestro alrededor no tiene pensado hacerlo.

 

 

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Jesús Garzás

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