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Pequeñas batallas, gran felicidad

Es tan fácil aprender de los demás cuando los miras y escuchas con plena curiosidad.

Hasta que no tuve un hijo no fui consciente de la veracidad de esta frase, quizás porque hasta entonces no sabía lo que era la curiosidad plena, no sabía lo que era contemplar a alguien sin un mínimo resquicio del ego alterando mi percepción. La mala noticia es que aquello me hizo descubrir que hasta ese momento había sido menos generoso de lo que pensaba, la buena es que me abrió los ojos con respecto a mi potencial y al de cualquier otra persona que es capaz de observar con puro interés a los demás.

¿A qué viene esta introducción? A que este verano mi hijo me ha enseñado a encontrar la felicidad ganando esas pequeñas batallas que estamos siempre tentados de evitar.

felicidad

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