No importa los años de experiencia que tengas, ni los logros que acumules sobre tus hombros. Da igual quién seas y cómo seas. En cualquier caso has de saber que la tarea de gestionar equipos se sustenta en un débil andamiaje.
Puedes ser trabajador, buen comunicador, cercano a la gente y tener un bagaje a tus espaldas que despierte la admiración de otros profesionales, pero en cuanto des un paso en falso verás como tiembla el andamio sobre el que sustentas tu posición de liderazgo.
Es importante saberlo porque así andarás con más cuidado. Como importante es saber también que las fiestas navideñas son un terreno propicio para tropezar.
Si pierdes el respeto de aquellos a los que gestionas, lo pierdes todo. Y ellos apreciarán tus palabras y valorarán tus intenciones… pero te juzgarán por tus hechos.
Se acercan las navidades, fechas entrañables, que la mayoría de personas, a pesar de la mala fama de suegras y cuñados, desean pasar en familia. Fechas también en la que muchos empleados tienen que trabajar.
Si la conciliación es uno de los aspectos más valorados por los profesionales hoy en día, la conciliación en Navidad es un tema, con independencia de las creencias religiosas de cada uno, sagrado.
Por eso cuando se asignan tareas o turnos sin una planificación adecuada se produce un daño irreparable en la relación entre manager y empleado. ¿De qué sirve decir que valoras las personas por encima de todo si el día de Nochebuena asignas por sorpresa a alguien la posibilidad de cenar una pizza en una oficina vacía?
La planificación de todas aquellas tareas o turnos que suceden en los días claves del período navideño deben hacerse con suficiente antelación para que la gente se organice e informe a su familia, y además en la asignación, el terreno personal debe cobrar mayor relevancia de lo normal. Porque no es lo mismo dejar sin fiesta de Reyes a alguien que sí tiene hijos o alguien que no los tiene, ni dejar sin Navidad a alguien que no lo celebra o a alguien para quien esa fecha es la única oportunidad del año que tiene para juntarse con su familia. Un buen gestor de personas debe indagar la importancia que tienen estas fechas para cada uno de sus empleados y tomar decisiones manejando con criterio lo personal y lo profesional. La Navidad es una prueba fuego para medir cuánto interés real tiene un manager por el bienestar de sus colaboradores.
Habiendo desarrollado gran parte de mi carrera en el sector informático conozco bien el peso de la variable navideña. Como contribuidor individual he tenido varias guardias en fechas claves, recuerdo cuando con la llegada del nuevo siglo se temía que el efecto 2000 acabara con todos los ordenadores del mundo, y como manager he tenido que asignarlas. A diferencia de otros periodos, que alguien se presentara voluntario era el factor que más peso tenía. Y por supuesto intentaba dejar estos turnos cerrados con tres meses de antelación en el escenario ideal y con un mes en el escenario peor. Seguro que cometí errores, pero a la hora de hacer este tipo de asignaciones me aseguraba de hablar uno a uno con los miembros del equipo y me preocupaba por las motivaciones de cada uno en estas fechas.
Por eso me hierve un poco la sangre cuando veo que algunos echan por tierra su buen trabajo como jefes cuando gestionan el periodo navideño como si fuera un par de semanas cualquiera. Una mala asignación en Navidad es una pérdida de compromiso del empleado inmediata y además muy difícil de recuperar. El camino directo a su desmotivación.
A veces, las menos, las circunstancias no permiten planificación. Un incidente imprevisto, como su propio nombre indica, no se puede prever. Es entonces cuando debe primar la trasparencia en la comunicación, cualquier buen profesional podrá entender unas circunstancias especiales siempre que se le expliquen los porqués de forma clara y sin ambages, y , sobre todo, si el contexto de planificación que se le ha proporcionado antes le hace considerar aquello una excepción.
Es la Navidad también una fecha en la que uno no debe mostrarse rácano en dadivas y felicitaciones para aquellos que, voluntariamente o no, tienen que trabajar. Por muy pocos planes que se tengan seguramente una oficina vacía no es el entorno favorito de nadie para pasar estas fechas. Por tanto es el momento adecuado para dar un extra de salario moral y, si las cuentas lo permiten, también pecuniario.
Aún es pronto para felicitar las pascuas, pero para aquellos/as gestores de equipos que ya tienen su planificación completada y bien comunicada… ¡Felicidades!
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