En estas fechas tan entrañables, que diría aquel, muchas personas se sienten poseídas por un espíritu nada infernal, sino todo lo contrario: jovial, festivo y bondadoso. Desgraciadamente con el final de la ingesta de polvorones llega, en muchos casos, el exorcismo.
Este fenómeno no sólo afecta a las personas sino también a las empresas, por eso hoy, aparte de felicitaros las fiestas de refilón, me gustaría reflexionar como serían las empresas si celebrásemos la Navidad cada mes.