Se puede cuestionar la evaluación de desempeño, se pueden buscar alternativas más agiles, más justas, o simplemente más ajustadas a la realidad de cada empresa. Pero todo será en vano si no conseguimos el compromiso de quién tiene que aterrizar el modelo en cada una de las personas de la empresa… su jefe.
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¿Qué hacer si tu jefe te cae mal? Cinco consejos
Desayuno hoy con la victoria de Trump y, casualidades de la vida, me ha venido la inspiración para escribir sobre este tema. Sí, lo reconozco, el nuevo jefe del mundo occidental me cae mal, ¿qué puedo hacer? Pues para empezar, y probablemente para terminar, tomármelo con humor.
El jefe y la consciencia plena
Sin duda alguna uno de los mayores retos de ser jefe es el de conseguir tener plena consciencia de tus palabras y de tus actos. En el momento en que tu nombre entra a vivir en solitario en una caja del organigrama, comenzará a concitar más atención a su alrededor de lo que lo hacía anteriormente. Lo pretendas o no, te convertirás en un modelo a seguir (el anglicismo role model lo explica perfectamente)
Por supuesto esto tiene muchas ventajas, y no menos inconvenientes. Así que una bonita y bienintencionada declaración de intenciones del tipo: “El puesto no me va a cambiar seguiré comportándome como antes” puede ser tu primer error. Cuando todo cambia a tu alrededor, permanecer igual es la forma más rápida de quedar fuera de juego.