No hay tal cosa como la vocación tardía. La vocación, presente o latente, siempre ha estado ahí. No te habías fijado o preferiste mirar para otro lado. Puede que simplemente no la hubieras buscado lo suficientemente bien.
Sí, la vocación no tiene por qué ser evidente, ni aparecerse en sueños, ni a través de una zarza en llamas… a veces cuesta encontrarla. Lo que pasa es que la reconocerás fácilmente porque una vez la identifiques subirá a la superficie como si liberases un corcho enterrado en el fondo de un océano.